Imagina nuestra vida centrada en los deseos íntimos. Decidir quitarnos los disfraces y correr desnudos por el futuro, ser valientes y saltar desde el acantilado al mar que puede que no exista. Poder saborear una tarde de letras y pinturas en algún local abandonado, pasear de la mano junto al río en llamas, descubrir algún artista maldito durmiendo bajo periódicos al final de la calle. Diversión, es lo que somos, dicen. Y poder mirar a la cara a nuestros hijos y bailar con ellos orgullosos de saber que hacemos lo que queremos hacer.
No hace falta imaginarse nada al respecto pues yo voy detrás de tí, allá hacia donde nos lleven los mapas que un día dibujamos con la cabeza llena de sueños.
En la misma dirección.
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