Imagina permitir que la anarquía se adueñe de tus actos, que la voz que te persigue se instale definitivamente en tu cerebro e imponga su voluntad, ley y orden que no son tales sino falta de los mismos.
La lujuria trepando por tu espina dorsal.
El viaje a ninguna parte detrás de cada paso, convirtiendo cada esquina en un país por descubrir, tierra virgen que besar al llegar a ella.
Saber que ellos ya no son ellos ni ellas son ellas ni nosotros somos nosotros.
Solo arena al viento.
Dejarse llevar.
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