Imagina la fragilidad del cuello bajo las ruedas, la facilidad de la carne para desgarrarse y quedar esparcida, sanguinolenta, sobre el asfalto caliente.
La rapidez con la que se pierde la vida y el contraste con el tiempo que ha tardado en llegar ahí.
La entropía en su máximo esplendor.
No importar, no valer.
Tu muerte.
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