Imagina que del final de la clase te llegara un rumor de agua negra chocando contra las rocas. Que del último pupitre se levantara la chica rara que nunca dice nada y despacio, muy despacio, avanzara hasta el altar preparado para el sacrificio bajo el encerado. Que soltara sus serpientes y que su ejercito de niñas mal apareciera arrasándolo todo, tirando la puerta abajo y obligando al resto del alumnado a rebelarse contra el ostracismo de ser ellos mismos.
Imagina que al pasar por tu lado descubrieras que huele a salvia..
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