Imagina compartir tus magdalenas y tu leche con huevo y cacao con esos personajes extraños que cantaban desde la tele, arropado en el brasero viendo chocar la lluvia contra el viejo cristal vahecido, creciendo bajo la mesa sin llegar a tocar el suelo con los pies.
Sentir que serás así para siempre y que la casa de tus abuelos estará allí toda la vida..
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