Imagina descubrir al introducirte las manos por el ombligo, que tienes los órganos destrozados, el hígado reseco, el corazón acartonado.
Bailar y bailar, con las botas llenas de chinas, saltando más que nadie y gritando con tus ajadas cuerdas vocales por encima de los decibelios audibles.
Hasta que el cuerpo aguante..
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