Imagina una playa noventera, con calippos y camisetas anchas, llena de chicas a las que pedirle rollo, mientras los altavoces escupen canciones del verano.
Y una piscina con un puesto de chucherías donde venden Cherry Cokes, partidas de cartas sobre toallas de propaganda y un walkman prestado sobre la hierba. Bañadores por debajo de la rodilla, motoretas atadas en la verja y bocatas de foiegras.
Eso era Julio..
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