Imagina conducir por una autopista de la que ignoras que solo te llevará al mismo punto de partida. Sin peajes ni barreras. Solo la incertidumbre de llegar al final y descubrir el paraíso prometido.
El sol de la medianoche como compañero.
Y la revelación, en la penúltima curva, de que sabías como acababa el viaje desde el principio..
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