Imagina sentir la brisa del mediterraneo mientras al otro lado del cristal llueve tanto como para no dejarte ver más allá de la línea del horizonte. Tener la posibilidad de acariciar su piel delicada mientras que con la otra mano agarras fuerte un erizo de mar. Poder besar sus labios dulces mientras, con el esfuerzo del muerto en vida, te tragas el veneno de un pez globo.
Saber que estás surfeando la ola más grande, cortando el viento sobre tu tabla, directo a las escarpadas rocas del arrecife..
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