Imagina enfundarte tus guantes de piel y ajustarlos perfectamente a cada dedo, en primer plano cinematográfico, justo antes de atravesar la puerta que te llevará a la perdición del desengaño.
Sabiendo lo que vas a encontrarte.
Sabiendo que la sangre tendrá que correr (como los bólidos corren en los circuitos)..
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