Imagina un viaje tan largo que tengas que congeniar a la fuerza con tu vecino de asiento, de camarote, de diván. Saber que quizás no vuelvas y partir con el equipaje justo para salir corriendo en caso de equivocar el camino y llegar al infierno antes de tiempo.
Una cubierta llena de almas en pena. Sin vida.
Sin esperanza..
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