Imagina tener que luchar contra tu deseo de autodestrucción. Saber que si no te agarras fuerte, la corriente no tendrá problema alguno en arrastrarte río abajo hasta el mar de la desesperación. Tener un demonio dentro que te empuja hasta los baños, persiguiendo un ideal de satisfacción que sabes falso de antemano.
Acercarte a cualquier extraño por el simple placer de escuchar tus palabras de enajenado. Abrazarte la maldad de la noche, recorrer tu paraiso artificial.
Y saber que solo hay una persona que puede salvarte..
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