Imagina quedar con los colegas para colgarte de un puente, para beber ginebra a morro y liarla sin mirar a quién o a qué.
Tener dos dedos de frente pero dejártelos en el bolsillo. Correr calle abajo delante de algún vecino cabreado por el jaleo, esconderte de la policía detrás de algún coche sucio y abandonado.
Escalar ventanas ajenas, asaltar balcones desangelados.
Volver a cafrear con tu pandilla de barrio, volver a ser un indio.
Y llegar por fin al bar que es tu casa, y sentirte a salvo de todos y de todo..
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