Imagina dejarte la piel en un puñado de canciones, jugártelo todo a una carta, con la esperanza de que no se vaya. Sentarte en la oscuridad de tu cuarto a pensar el orden lógico, a secuenciar tu historia de amor, a intentar acompasar cada tema con la noche correspondiente.
Asegurarte que le llega de sorpresa, y esperar con las manos en los bolsillos a que causen el efecto deseado. Intentar recordar mientras tanto si alguna de las veces anteriores sirvió para algo.
Imagina recibir una llamada de madrugada. Un beso por cable. La promesa de que siempre estará a tu lado..
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