Imagina poder salir de tu espacio interior. Dejar que la luz te limpie el verdín de tus manías, acariciar el viento seco del mundo real, pisar suelo firme y no el vaporoso azul de las nubes que pueblan tu mente.
Volar por encima de tus discos, de tus libros, de tus historias imaginarias.
Y darte cuenta que también puedes morir y que, por mucho que lo intentes, nunca podrás dejar atrás el mundo real.
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