Imagina que no tuvieras a nadie pisandote el cuello. Volveríamos a trabajar con nuestras manos y por nuestras familias. Volveríamos a casa sudando, con el cuerpo ensangrentado y una sonrisa enorme en la cara.
Imagina que ya no tuvieras un jefe. Que tu jefe ya no tuviese un jefe. Ni su jefe otro jefe.
Ahora que ya sabes de lo que hablo, cierra de nuevo los ojos y sigue viendo televisión..
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